Jabón de Aloe Vera

Propiedades del jabón de Aloe Vera

El Jabón de Aloe Vera es uno de los formatos más utilizados para aprovechar todas las propiedades de esta planta, que se conoce en algunos países también como sábila.
Como jabón, obviamente es utilizado en aplicación tópica sobre la piel, pudiendo así ser útil en cara, manos o el resto del cuerpo.
El Jabón de Aloe Vera comparte las mismas propiedades que la planta original. Por esa razón en la mayoría de casos se aprovecha sus propiedades curativas e hidratantes sobre todo. No obstante, no son ni mucho menos las únicas propiedades que este tipo de formato permite aprovechar.
El jabón de aloe vera también comparte los valores nutritivos de la planta transmitiéndolos a la piel de la persona que lo aprovecha.
Sus propiedades antiinflamatorias y antibacterianas son además muy útiles en el jabón de aloe vera para aplicar en diferentes problemas cutáneos y dolencias, como por ejemplo con el acné.
De forma específica, el jabón de aloe vera también es útil por sus propiedades de antiarrugas y antienvejecimiento, con las que consigue un aspecto de la piel rejuvenecido, combatir las estrías y aportar más brillo natural, entre otras muchas ventajas.

Descripción

El jabón de aloe vera es el producto procesado que se consigue mediante la unión de la pulpa de aloe vera con otros ingredientes, entre los que suele estar la glicerina, para una mayor compactación como jabón.

Este producto aprovecha por tanto el elemento de mayor cantidad de nutrientes del aloe vera, su composición interna. Gracias a ello, es posible mezclarlo con otros elementos y mejorar estos nutrientes o mantener el mayor grado de pureza posible, lo que implica tener todas las propiedades existentes de forma natural en la planta.

Se caracteriza por una presencia casi siempre compacta (aunque también se puede tener en composición cremosa), así como por una espuma notable cuando entra en contacto con el agua y es frotada por nuestra piel. Además, contiene el aroma propio del aloe vera, muy agradable y fresco.

¿Cómo hacer jabón de Aloe Vera?

El jabón de aloe vera casero es muy común gracias a las múltiples formas de hacerlo y a la sencillez del proceso.

El producto vendido en tiendas ya está fabricado en serie y suele añadir algunos componentes químicos no naturales que modifican tanto su textura y forma, como las propiedades incluidas. Hay alternativas ecológicas solo con ingredientes naturales, pero aún así la sencillez de elaboración permite que muchos usuarios puedan hacerse su propio jabón de aloe vera casero. Explicamos a continuación los procesos más conocidos:

Jabón casero de aloe vera con sosa cáustica

El jabón casero de aloe vera más común es el que se elabora con sosa cáustica. Se necesita también agua, aceite de oliva, un recipiente donde vertirlo y a modo opcional aceites esenciales que sirven para aromatizarlo.

El proceso es el siguiente:

• Verter la sosa cáustica sobre un recipiente de plástico.
• Añadir la sosa disuelta al agua.
• Remover la sosa cáustica con madera o plástico hasta disolver completamente.
• Calentar el aceite en un cazo a 40º grados.
• Con la temperatura alcanzada vertimos la lejía cáustica que hemos creado y batimos.
• Se controla la batidora incrementando la velocidad cada poco tiempo.
• Se consigue una textura similar al flan.
• Volcar en los moldes y tapar.
• Dejar que se endurezca en 1-2 días.

Jabón casero de aloe vera sin sosa cáustica

Como el control de la sosa cáustica es algo arriesgado y requiere tanto precaución como experiencia, también hay mucha gente que prefiere hacer jabón casero de aloe vera sin ella, dado que es posible y el resultado es perfecto igualmente.

En este caso se requiere pulpa de aloe vera, jabón de glicerina, aceite de oliva y aceite esencial.
El proceso es el siguiente:

• Derretir las pastillas de jabón de glicerina en un bol.
• Calentar bol unos minutos en un microondas o cazuela.
• Incluir aceite esencial y aloe vera.
• Calentar el aceite de oliva.
• Añadir el aceite una vez tibio.
• Mezclar hasta conseguir cierta homogeneidad.
• Volcar en los moldes.
• Dejar reposar 24 horas.

Jabón casero de aloe vera en formato líquido

Hay quien prefiere utilizar jabón líquido en lugar de jabón compacto. El jabón casero de aloe vera permite estar presentado en este formato, solo se necesita el jabón de aloe vera compacto realizado con anterioridad, agua, limón, glicerina y esencia de lavanda.

Este es el proceso que hay que realizar para obtener jabón casero de aloe vera líquido:

• Hervir 1,5 litros de agua.
• Rallar el jabón y verterlo.
• Exprimir el limón dentro.
• Incluir glicerina (2 cucharadas) y esencia de lavanda (1 cucharada).
• Revolver y batir 1 minuto.
• Echar el resto del agua y volver a batir.

Jabón casero de aloe vera con miel

Aunque el jabón de aloe vera se puede mezclar con muchos ingredientes, el de la miel es uno de los más frecuentes. Debes contar con aloe vera, miel, jabón de glicerina, aceite de oliva y limón.

El proceso para conseguir jabón casero de aloe vera con miel es el siguiente:

• Calentar 2 pastillas de glicerina.
• Añadir aloe vera, miel y limón rallado.
• Calentar aceite de oliva y verter mientras batimos levemente.
• Verter en un molde.
• Dejarlo en el frigorífico 24 horas.
• Sacar y cortar en las piezas deseadas para volver a guardar las que sobren en el frigorífico.

¿Cómo conservar el Jabón de aloe vera?

El jabón de aloe vera se puede conservar como cualquier otro jabón, en un lugar fresco y seco. Al contener las propiedades del aloe vera, querremos aprovecharlas todo lo posible. Lo bueno es que de forma compacta este jabón tiene una gran durabilidad.

En algunos formatos en caso de que nos sobre, por ejemplo, mucho jabón casero de aloe vera, podemos guardarlo en el frigorífico para utilizarlo conforme necesitemos.

Usos: ¿Para qué sirve el Jabón De Aloe Vera?

El jabón de aloe vera tiene múltiples usos. Se puede utilizar para la higiene rutinaria y aprovechar las propiedades hidratantes de la planta o bien tratar de forma específica para algunos problemas, sobre todo cutáneos.

Jabón de aloe vera para la cara

En la cara el aloe vera es muy útil sobre todo a nivel hidratante. El aloe vera, es uno de los mejores aliados para un tratamiento dérmico facial, con el que se mantenga el brillo natural de la piel.

De forma específica, el acné facial es uno de los problemas dérmicos que mejor se solucionan con jabón de aloe vera, gracias a que tiene propiedades antiinflamatorias y antibacterianas. Con ello se puede no solo reducir la presencia de acné, sino también ir curando con mayor rapidez todo problema surgido en el rostro.

Además, en la cara es donde más se notan los efectos de las propiedades antiarrugas que presenta el jabón de aloe vera, por lo que se recomienda para la higiene de todos los días.

Jabón de aloe vera para el cuerpo

Muchas personas aprovechan el jabón de aloe vera para tratar el problema dérmico de las estrías. Algunos de sus componentes son especialmente útiles en la regeneración celular de la piel.

El jabón de aloe vera también es muy recomendable en el caso de que tengamos que tratar quemaduras provocadas por la exposición del sol, así como heridas con cicatrices en la piel de cualquier tipo.

Además de estos casos específicos, también es recomendable el jabón de aloe vera para el cuerpo gracias sobre todo a sus propiedades hidratantes y nutritivas, perfectas para aportar elasticidad a la piel, un aspecto saludable, con brillo natural y aspecto rejuvenecido.

Beneficios del Jabón de aloe vera

El aloe vera en forma de jabón ofrece muchos beneficios. El principal es que puede ser utilizado en la higiene diaria, con un uso directo sobre la piel. Esto permite aprovechar sus propiedades más que en cualquier otro formato de aloe vera.

Entre sus beneficios más notables destaca la hidratación que ofrece a la piel, tanto si lo aplicamos sobre la cara o las manos, como su lo utilizamos en todo el cuerpo.

De forma general tiene propiedades cicatrizantes y regeneradoras con la piel. Esto se nota sobre todo en el aspecto que genera, que presenta un efecto rejuvenecedor, ya que el jabón de aloe vera actúa sobre las arrugas, las estrías, las heridas e incluso dolencias dérmicas como el acné.